Si bien Fletes Madero del Altiplano (Flemasa) nació formalmente el 15 de junio de 1990, su historia se remonta quince años atrás, en un pequeño pueblo llamado Francisco I. Madero, en Tlaxcala. 

Y es que desde 1975, Miguel Ángel Ávila y su esposa, Citlali Hernández, emprendieron un pequeño negocio con la compra y venta de semillas, ahí mismo en su lugar natal. 

Como en todo proyecto, al principio este negocio fue autosuficiente en esa primera escala, pero rápido la demanda empezó a aumentar, de tal manera que aquel joven matrimonio no se daba abasto para cumplir con los pedidos.

Muy pronto se vieron en la necesidad de mover las semillas entre los campos y los puntos de venta, además de llevar grandes pedidos a destinos muy específicos. 

Fue así como compraron tres camiones de 10 toneladas: un International 1965 y dos Ford 1965 y 1975, que se convertirían en los primeros vehículos de la futura flota de Flemasa.

Ya para el año 1980 compraron dos torton y un rabón, marca DINA, para satisfacer las necesidades de su creciente negocio, pero no fue todo, ya que dos años después, al fin, pudieron comprar su primer tractocamión, de la misma marca mexicana, pero ahora totalmente nuevo. 

Por aquellas lunas movían cebada, trigo, maíz y pacas a las ciudades de Calpulalpan, Tlaxcala, y Apan, Hidalgo, además de poblaciones de Puebla y el Estado de México.

Así fueron los inicios de la empresa antes de llamarse Flemasa, pero no sólo creció la flota, sino también su presencia, ya que esta empresa familiar y regional rompió sus propios horizontes y llegó a nuevos destinos. 

Logran llegar a lugares a la zona centro del país y el golfo de México, y ya con la razón social formal, empezaron a transportar una gran variedad de productos del campo y de la industria, del entonces Distrito Federal a Morelia, Guadalajara, Tampico y distintas ciudades de Veracruz, Tlaxcala, Puebla, Hidalgo, México, Querétaro, Oaxaca, Chiapas y Guanajuato. 

Su consolidación en los años noventa se dio con ocho tractocamiones, cuatro camiones tipo torton y dos rabones, parque vehicular con el que la empresa empezó a cosechar los frutos antes sembrados.

Contrario al crecimiento y éxito obtenidos hasta el momento, la crisis de 1994 fue un duro golpe para Flemasa, pues tuvieron un gran estancamiento debido a las deudas adquiridas para renovar su parque vehicular.

Y esto provocó una merma importante en la estrategia, ya que durante un buen tiempo no pudieron renovar su flota, pero no se rindieron, pues sabían que habían construido una empresa sólida. 

Una vez más, con el uso adecuado de créditos bancarios, pudieron salir adelante y no sólo invertir en vehículos, sino en tecnología que pudiera dar mayor certeza a sus clientes. 

En su momento, fueron pioneros en la implementación de equipos de rastreo satelital, sistemas de control de combustible y gestión de rutas vía remota, todo eso en la misma década de los noventa. 

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Después, Flemasa se afianzó al ser elegida por la Conasupo para realizar el transporte de maíz a todos los rincones de Tlaxcala, hecho que contribuyó no sólo al crecimiento de la empresa, sino también a nivel social para fortalecer el programa estatal de alimentación.

A lo largo de su historia, Flemasa también se destacó por su labor altruista, al transportar víveres a las zonas siniestradas por fenómenos naturales.

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